La adicción al teléfono móvil en los adolescentes: una realidad
El problema cada vez más frecuente de la adicción a los teléfonos móviles de los niños y adolescentes es motivo de gran preocupación entre los padres, que observan que sus hijos pasan una parte sustancial del día absortos en estos dispositivos. La necesidad de un tratamiento de adicción al teléfono móvil se vuelve palpable.
Este tema es frecuente en las sesiones de psicoterapia con jóvenes y puede ser un asunto delicado para muchas familias. En esta línea, la implementación de un tratamiento de adicción al teléfono móvil puede ser la solución necesaria. Esto genera conflictos con los padres que se esfuerzan por regular el uso del móvil, aunque los hijos mantienen su creencia de que no es malo ni perjudicial.
Los adolescentes españoles tienden a utilizar mucho las redes sociales debido a su capacidad para facilitar la interactividad inmediata a través de diversas acciones, como compartir fotos y vídeos, localizar amigos y chatear. No obstante, este uso excesivo puede agravar la necesidad de un tratamiento de adicción al teléfono móvil, para garantizar un uso saludable y balanceado de la tecnología.
¿Cómo convivir con la tecnología y sus avances?
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), junto con Internet, son parte integral de la vida cotidiana de los adolescentes y de los menos adolescentes también, ya que ofrecen una manera conveniente de superar obstáculos y simplificar las tareas diarias.
No obstante, ciertas aplicaciones pueden ser mal utilizadas, lo que podría conducir al desarrollo de comportamientos adictivos.
La participación excesiva en cualquier actividad puede hacerte ser dependiente. Por lo tanto, se deben usar con cuidado y moderación.
¿Cuándo surge la dependencia al móvil?
La adicción al móvil surge cuando su uso genera un estado de dependencia y pérdida de control. Los adolescentes, en particular, corren un mayor riesgo debido a su deseo de nuevas experiencias y familiaridad con ellas.
Además, ciertas características hacen que algunas personas sean más susceptibles a la adicción, como son: la impulsividad, la disforia, la intolerancia a los sentimientos desagradables y un mayor deseo de emociones intensas.
Es importante señalar que otros problemas de fondo, como la timidez excesiva, la baja autoestima, la imagen corporal negativa o las estrategias de afrontamiento ineficaces ante los desafíos cotidianos, pueden contribuir al uso excesivo de las redes sociales.
Su prevención consiste en:
Realizar una gestión responsable del tiempo. Se debe evitar el uso nocturno.
Es fundamental el fortalecimiento de las configuraciones de privacidad para salvar la información personal, la abstención de corresponsales desconocidos y la limitación del acceso al perfil.
Los padres deben monitorear la actividad en línea de sus hijos, evaluando la idoneidad del contenido y las páginas web visitadas, mientras se aseguran de que sea apropiado para su edad.
Las familias deben predicar con el ejemplo modelando la etiqueta adecuada en las redes sociales, promoviendo actividades de ocio alternativas y fomentando la comunicación abierta.
Esta labor depende de los padres y de las instituciones educativas y sociales.
Tratamiento a través de la psicología
Los trastornos adictivos se caracterizan por la renuncia a reconocer su dependencia. La persistencia del comportamiento adictivo se deriva de los beneficios percibidos que superan los inconvenientes.
En consecuencia, sólo se busca ayuda cuando reconocemos que existe un problema, de sus graves consecuencias y el reconocimiento de la necesidad de ayuda profesional.
Si bien la abstinencia sigue siendo el objetivo final del tratamiento, la adicción a las redes sociales excluye esta posibilidad. Estos comportamientos juegan un papel vital en la vida diaria, por lo que es necesario volver a aprender a controlarse en dicho aspecto.
El manejo de la adicción al móvil es un proceso de varias fases:
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La fase inicial implica el control de estímulos. La abstinencia de las redes sociales es imprescindible durante esta fase.
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La fase posterior está marcada por una exposición gradual y controlada. Puede conectarse a las redes sociales por un tiempo predeterminado, bajo la supervisión de un adulto responsable. Gradualmente, puede volver a hacerlo solo, con actividades definidas que no interfieren con sus ciclos de sueño. Además, es fundamental eliminar cualquier pensamiento sobre las redes sociales cuando el adolescente no está conectado.
Después de la recuperación, es fundamental tomar medidas que eviten las recaídas: identificar escenarios de riesgo y adquirir mecanismos apropiados para enfrentarse a ellos y reforzar la percepción del individuo sobre su capacidad de autogobierno.
La persona debe diseñar concienzudamente sus actividades de ocio y modificar su estilo de vida de acuerdo con su nueva autonomía conductual.
Conclusión
Los avances tecnológicos han revolucionado nuestra vida diaria. Sin embargo, la explotación excesiva de estos puede allanar el camino a tendencias adictivas.
Por ejemplo, el uso indiscriminado de redes sociales puede afectar negativamente nuestras habilidades de comunicación interpersonal, lo que lleva a la fabricación de relaciones sociales irreales.
Buscar la ayuda de un psicólogo cualificado puede resultar una decisión prudente si detectamos algún signo de adicción.
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